EL NEGOCIO DE LOS CONTRATISTAS PRIVADOS EN AFGANISTÁN



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Mercenarios disfrazados de contratistas se encuentran todavía en Afganistán bajo la premisa de asesinar y ganar dinero 


Written by Pedro Blas García   

 

Resumen Latinoamericano/Prensa Latina -  Desde 2001, cuando se inició la Operación Libertad Duradera en Afganistán, el gobierno estadounidense desplegó una tenaz política para intensificar la participación de mercenarios en esa intervención armada, que es una guerra no declarada.
 
Esos soldados de fortuna han sido presentados con el eufemístico término de "contratistas privados", algo muy aberrante porque los verdaderos "contratistas" son las empresas privadas que conveniaron su reclutamiento mediante pago.
 
Washington justifica el empleo de esos "contratistas privados" con el argumento de que tienen como objetivo garantizar la "seguridad personal" y limpiar de "enemigos" a ciudades y zonas rurales.
 
Después de 10 años de ocupación, fuentes del Congreso estadounidense admiten que en ese país asiático existen más de 70 mil "contratistas privados", una cifra de mercenarios nunca antes empleada en la historia estadounidense.
 
Resulta también destacado que ese número supera a los casi 60 mil militares profesionales mantenidos por el Pentágono en tierras afganas.
 
Empresas como Blackwater - seriamente cuestionada por sus actuaciones en Iraq - o Dyncorp, entre otras, son las que contratan a este tipo de elementos y "entrenan" a la policía del gobierno de Hamid Karzai.
 
También esas firmas son las encargadas de escoltar caravanas de combustible y aprovisionamiento o dar servicios de seguridad a funcionarios afganos o extranjeros, incluyendo a los de Naciones Unidas o de cualquier otra compañía.
 
Las cifras más conservadoras publicadas en medios informativos como la Agencia Kali Yuga o en sitios de Internet de la insurgencia afgana, calculan en más de 90 las entidades financieras que tienen a su servicio "contratistas privados" o mercenarios.
 
Según esas denuncias ese personal se encarga brutalmente de la represión y del desalojo de pobladores de las zonas rurales, donde habitan cerca del 90 por ciento de los afganos.
 
El comentarista radial y escritor estadounidense Jim Hightower afirmó que la compañía Dyncorp tuvo un contrato desde el 2006 por mil millones de dólares para entrenar a la policía de Karzai.
 
A fines del 2010, directivos de la empresa declararon confidencialmente que esos entrenados policías "resultaron incapaces de realizar trabajos rutinarios de mantenimiento del orden", afirmó Hightower.
 
No obstante, agregó, Dyncorp firmó otro contrato por 320 millones de dólares con similares objetivos con el gobierno de Kabul.

Otros secretos

El gobierno de Estados Unidos, que gasta como promedio unos dos mil millones de dólares mensuales en Afganistán, no ha divulgado de manera oficial que dichos "contratistas privados" intervienen en obras de infraestructuras, trabajan en la seguridad de diversas instalaciones, entrenan a los militares de Karzai y participan incluso en interrogatorios en centros de detención en Kabul y en capitales provinciales.
 
Videos y fotos difundidos en la conocida cadena de Internet You Tube muestran torturas y maltratos a prisioneros, escenas brutales protagonizadas por los llamados "contratistas privados".
 
A ese personal se le asocia, según múltiples denuncias, con el asesinato de medio centenar de civiles en varias regiones afganas entre el 2010 y el 2011.
 
La situación ha obligado al propio presidente Karzai a expresar a las autoridades de ocupación estadounidenses: "esto significa que ustedes están creando fuerzas paralelas a las instituciones afganas y que no quieren que las empresas de seguridad privada se disuelvan".
 
El mandatario afgano ha intentado instrumentar medidas para el cierre de esas compañías y mencionó plazos indefinidos al respecto.
 
Pero la posición de Karzai, calificada de muy débil por la insurgencia afgana, tiene enfrente la de los funcionarios estadounidenses, los cuales han reiterado que se necesitan otros miles de guardias privados para la seguridad en el país.
 
Por otro lado, las denuncias del movimiento Talibán afgano y de otros medios insurgentes, ubican a un buen número de "contratistas privados" o "mercenarios", como les califican, en el tráfico de drogas.
 
Esas fuentes opositoras insisten en que la intensificación del cultivo de amapolas para producir opio se incrementó en más del 40 por ciento en los últimos dos años y eso ocurre precisamente en las localidades urbanas y rurales controladas precisamente por los "contratistas privados".
 
De acuerdo con todas las fuentes políticas afganas, incluyendo las del propio gobierno, ninguna opinión favorece a quienes promueven el incremento de los "contratistas privados" en un país que sufre una crisis peor que la iraquí y cuyo estatus es imposible de clasificar en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, ante la carencia de datos existentes en todos los órdenes.
 
(*) El autor es jefe de la Redacción Asia y Oceanía de Prensa Latina.
 

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