Governo do playboy Sebastián Piñera homenageia Pinochet

Las heridas recrudecen en Chile tras un nuevo y vergonzoso homenaje a Pinochet

Polémica por un documental y la autorización para realizar su proyección en tributo al dictador. En la sala hubo discursos para ensalzar a Franco y reavivar el “fantasma” marxista. Afuera, una batalla campal y el dolor de los familiares de detenidos desaparecidos.


Fue una mañana fría, de esas que paralizan los dedos y amoratan la piel. A pesar del estricto cerrojo que había dispuesto la policía, cientos de víctimas y denunciantes de la dictadura chilena enfilaron hasta el teatro Caupolicán, en el corazón de Santiago, para protestar contra el homenaje al genocida chileno. Allí exhibieron el documental “Pinochet”, de Ignacio Zegers, una cinta que intenta blanquear los 17 años en los que el represor estuvo en el poder. 

Al tributo no llegó ni un tercio los asistentes esperados. En cambio, afuera, los cánticos y una postal de banderas rojas y pancartas repudiaron el acto. “¿Los criminales merecen un homenaje?” preguntaba un cartel donde aparecía la figura de Pinochet al lado de Hitler. Otro lienzo lo mostraba dibujado con cuerpo canino. “Si se murió el perro, ¿por qué no se acaba la leva fascista?” decía, en alusión a la frase que el ex dictador voceó tras la muerte de Allende. Pero la performance que acaparó todas las miradas fue una mujer semidesnuda acostada en un catre y con los ojos vendados, que emulaba “la parrilla”, una tortura usada durante la tristemente célebre dictadura.

En el teatro, el evento comenzó con las presentaciones de los invitados. El ex ministro de estado de Pinochet, Alberto Márquez de la Plata, grupos que llegaron desde los Estados Unidos, Italia, exiliados cubanos, y una fuerte presencia de la Fundación Francisco Franco de España. Todo en medio de los vítores que las señoras pinochetistas le dedicaron al capitán en retiro Augusto Pinochet Molina, nieto del dictador, quien fue el único asistente en representación de la familia. Una señora rubia muy maquillada sostenía una foto de Pinochet con la banda presidencial al borde de la emoción y decía que no creía que viviría para presenciar un homenaje a Augusto Pinochet, “su general”.

Hasta allí llegaron también canosos y seniles militares, los mismos que encarcelaron y torturaron a más de 40 mil personas y asesinaron a otras de 3.200. Algunos enfrentaron la lluvia de escupitajos y un coro que les gritaba “asesinos”. A Juan González, un ex teniente del ejército, ahora calvo y huesudo, parecía no importarle. Entró al teatro sobresaltado, y extendió los brazos para responder las alabanzas de sus fieles. Él, presidente de la Corporación 11 de septiembre (fecha del golpe militar), organizadora de la ceremonia, aseguró que esta vez se contaría “la verdadera historia”. Una convicción sin límites, pues su hermana Francisca fue torturada durante ocho meses, violada y obligada a jugar a la ruleta rusa, como consta en el libro que ella escribió: “Mi memoria, es mi verdad”. También confesó que él no hizo nada para salvarla.

El documental 

Desde su anuncio, la exhibición puso en la mesa el debate sobre cuál es el límite entre la libertad de expresión y ensalzar la labor de un criminal, Pinochet, que en el filme aparece como un justiciero del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende. Una delgada línea que se cruzó con este acto, según el abogado de Derechos Humanos Eduardo Contreras. “Aquí se está haciendo la apología de ideas, doctrinas y sistemas que atentan contra la estabilidad democrática del país y que alaban la violencia y el crimen. Eso fue la dictadura de Pinochet. La Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos presentará una querella por esta violación de la Ley esta semana”, le dijo a Ñ.

El documental enfrenta varias denuncias. Una del cineasta Miguel Littin, quien los acusa de usar imágenes de su filme “Compañero Allende”. Pero también ofrece algunas revelaciones polémicas. Muestra al presidente Sebastián Piñera, más joven, haciendo una defensa aguerrida a Pinochet cuando este fue detenido en Londres, aunque en su campaña presidencial siempre aseguró haber votado por el ‘No’, durante el plebiscito de 1988. “En el documental hay más de un personaje que hoy ocupa un lugar en la llamada democracia chilena, no solamente Piñera… también aparece Aylwin opinando que el de Allende fue un mal gobierno y que por lo tanto las Fuerzas Armadas debían actuar, esto desenmascara a algunos políticos”, dijo Mireya García, Vicepresidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos.

Franco y Pinochet: almas gemelas 

En la platea alta estaban las aristócratas; en la galería, las mujeres más humildes clamaban “muerte a los marxistas”. También hubo lágrimas y brazos derechos alzados para el saludo fascista. Un solemne Patrice Walcot de Equal Justice, leyó una carta del cubano Eladio José Armesto, residente en Estados Unidos y presidente del desconocido Festival de Miami que premió el documental. Dijo que si Chile es lo que es, se lo deben a Pinochet. También subió al escenario Miguel Méndez Piñar, político ultra derechista español, que contó que el dictador y su abuelo "habían estado en el mismo combate en que vencisteis al comunismo". Luego, agregó ante un público enardecido: "Franco y Pinochet son dos almas gemelas (...) Frente al marxismo, si hace falta, hay que estar atentos a volver a las trincheras".

En noviembre ya se había hecho un homenaje autorizado al ex brigadier de la Dina (Dirección Nacional de Inteligencia) Miguel Krassnoff, y con el tributo del domingo se echó sal a las heridas de los familiares de las víctimas.

Una de las grandes críticas apuntó a que el homenaje fue orquestado desde el Hospital Militar por Álvaro Corbalán, el siniestro ex jefe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) acusado de veintenas de crímenes durante la dictadura, por los que está condenado a cadena perpetua.

Esta vez, pese a los llamados, los ex pinochetistas integrantes del gobierno no asistieron. El domingo, antes del homenaje, el vocero declaró en televisión estar arrepentido de la violación a los derechos humanos que se efectuó durante la dictadura y de haber sido parte de un regimen donde sucedían esos hechos.

Y a aquéllos hechos los suceden estos homenajes. Con los ojos cansados por la vigilia y la foto de su padre en el pecho, Viviana Díaz muestra su indignación. “Llevamos más de 20 años y tenemos muy pocos procesados y condenados con penas que dan vergüenza. Los militares en Punta Peuco y del Penal Cordillera viven mejor que en una cárcel de seguridad”, dice Díaz, estoica junto los familiares pese al agua del guanaco y las bombas lacrimógenas. El frío congela, se acercan los guanacos de nuevo que amenazan con mojar a los presentes. Muchos corren pero Viviana no se inmuta. Sigue de pie, resiste.


FONTE: Revista Ñ

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