Fernando Lugo tiene sangre en las manos
![]() Written by Carlos Aznárez
La policía atacó con potentes armas de fuego a los campesinos que
ocupaban tierras, asesinando a dos de sus principales líderes.
No satisfechos
con la masacre gestada por las fuerzas policiales, en el desalojo de los
campesinos de Caraguaty, el gobierno de Fernando Lugo ha ordenado -y
enviado- fuerzas militares para que se sumen a los cientos de policías
que peinan la zona. Los uniformados, convenientemente acicateados por la
prensa amarilla paraguaya y las organizaciones patronales de la
derecha, van a seguir haciendo lo que ha sido habitual en los dos
últimos años: militarizar aún más los territorios donde habitan los
campesinos más pobres de Latinoamérica. Todo esto para defender los
intereses económicos de multimillonarios como el latifundista Blas
Riquelme, dirigente del partido Colorado y uno de los mandamases de la
Asociación Rural del Paraguay. Esa misma institución que anoche exigía
que Lugo dé la orden para que "paracaidistas se lancen sobre la zona
para exterminar a los asesinos de nuestros policías".
Esto es, otra
vez, crónica de una tragedia anunciada. Hagamos memoria: cuando
necesitaba llegar al gobierno, el ex sacerdote Lugo rogaba por los votos
campesinos, y como suelen hacer los politiqueros, prometió de todo: que
reforma agraria, que viviendas dignas, que salud y educación para los
hijos de los más humildes. Luego, una vez instalado en el sillón,
priorizó las relaciones con la derecha, con los empresarios sojeros, con
el latifundio descarado que hace que sólo diez familias concentren en
sus manos el 90% de las tierras del Paraguay.
Para darle
protección a sus socios, el "progresista" gobierno paraguayo implementó
medidas represivas, promulgó la ley antiterrorista y dio, en varias
ocasiones anteriores a esta última masacre de Caraguaty, luz verde a los
mandos militares para que repartieran terror entre el campesinado del
norte y de las zonas fronterizas con Brasil.
Sin embargo, la
miseria no permite muchas alternativas. Como lo dijera el ahora
asesinado líder campesino Rubén Villalba, "o peleamos de pie, o la
oligarquía latifundista nos va a seguir matando día a día. Ellos nos
quieren de rodillas y lamiendo de su mano, pero nosotros estamos hartos
de tanta prepotencia". Villalba, como su compañero Espíndola, son
hombres muy queridos en la zona, sacrificados militantes del sudor
agrario, que estaban cansados de la pobreza y el abandono producido por
esa casta oligárquica stronissta, que se halla enquistada en todas las
instituciones del Paraguay desde hace décadas. Por eso siguieron y
seguirán ocupando tierras, por eso defendieron con su vida la dignidad
de tantos y tantos como ellos, que los acompañaban en la ocupación.
Mientras Lugo y
su comparsa, se llenan la boca de lisonjas y pésames para los
uniformados masacradores, mientras para ellos todo es atención,
helicópteros para el rápido traslado a los mejores hospitales, y hasta
cobertura mediática generando un clima de linchamiento contra esos
"invasores de tierras" (como le gusta decir a los escribas del ABC
Color), los cuerpos de los campesinos, agujereados por el plomo
policial, se pudren al sol. A algunos, groseramente se les plantan
ristras de balas sobre sus pechos sangrantes, a otros, se los escupe y
carajea. En realidad, se los continua maltratando, ahora que están
muertos, como hasta ayer lo hacía, cuando sobrevivían.
Ya es tiempo de
que no nos sigan insinuando de que si se critican las atrocidades del
gobierno Lugo, se le hace el juego a la derecha. El propio Presidente se
metió en este laberinto cuando a los pocos días de asumir, firmó
acuerdos de colaboración policial con Colombia, para que los sicarios de
Uribe Vélez adiestrara las tropas de uniformados paraguayos que ya se
comenzaban a preparar para abortar a tiros las ocupaciones de tierras.
No es erróneo decir que la derecha ya gobierna en el Paraguay, aunque algunos "progresistas" acomodados, que usufructuan cargos y buenos sueldos, sigan disculpando al Presidente cada vez que éste huye hacia adelante a punta de represión.
Ahora, frente a
esta masacre, no caben las medias tintas ni las indefiniciones. O se
está con los que asesinan, torturan y encarcelan al campesinado, o se
sale a redoblar la solidaridad nacional e internacional con quienes
luchan por tierra y una vida un poco más digna que el infierno al que
los han condenado la oligarquía y sus cómplices.
Nosotros, no
dudamos en donde pararnos, y por eso convocamos a respaldar a las
organizaciones campesinas paraguayas y a exigir que cese la violencia
policial y militar,. También, es imprescindible que se facilite que una
comisión neutral investigue "in situ" como se dieron los hechos del día
viernes. En esa iniciativa bien pudieran estar los enviados de la
Gremial de Abogados argentinos (que habitualmente defienden a militantes
del campesinado paraguayo, y que ya han anunciado que salen hacia
Asunción en las próximas horas) y por supuesto, las organizaciones de
derechos humanos locales, como la Coordinadora de Derechos Humanos
(Codehupy).
Lo que no puede
ser, es que sigamos indiferentes frente a este nuevo intento de
exterminio de los sectores más concientizados y combativos del
campesinado paraguayo, a manos del stronissmo y sus herederos.
FONTE: Resumen Latinoamericano
|
Comentários