Pobreza: La nueva industria del crecimiento en Estados Unidos
![]()
Pobreza y desempleo son dos problemáticas que siguen azotando a Estados Unidos, aunque los gobernantes miren para otro lado
Por Dean Baker
Resumen Latinoamericano/The
Huffington Post - Las
tendencias recientes de los índices de pobreza en EE UU deberían
tener al país furioso con sus dirigentes. Cuando, el próximo mes,
obtengamos los datos de 2011, seguramente volveremos a ver otra
subida de esas cifras, un comportamiento que representa un vuelco
respecto a casi 50 años de progreso económico. El porcentaje de
personas que viven en la pobreza extrema, con rentas que no alcanzan
ni la mitad del umbral de pobreza, volverá probablemente a ser el
más alto desde que se registran estos datos.
Empeora
aún más la situación el hecho de que muchos de esos pobres son
niños. En 2010, el 27% de todos los niños de Estados Unidos vivían
bajo el umbral de pobreza. En el caso de los niños afroamericanos,
la cifra se aproximaba al 40%.
Muchos
echarán la culpa a la reforma de la ley de asistencia social que se
aprobó en 1996 con apoyo de los dos partidos. Es razonable. Fue un
proyecto que incluyó mucho hablar para la galería y eliminó las
garantías que habrían podido proteger a millones de familias en una
crisis tan grave como la que ahora vivimos.
Los
defensores de la reforma que ahora se muestran sorprendidos por las
consecuencias deberían dedicarse a otro trabajo. En su momento hubo
muchos que advirtieron de que la falta de garantías federales podía
generar serias penalidades en un momento de crisis económica. Nadie
tiene derecho a extrañarse ahora. El aumento de los índices de
pobreza en una situación como la actual era un resultado previsible
de la ley y, de hecho, se predijo.
Sin
embargo, la historia tiene otro aspecto, el estado general de la
economía, que es la causa fundamental del aumento del índice de
pobreza. La inmensa mayoría de la población estadounidense obtiene
la mayor parte de sus ingresos de su trabajo, y eso incluiría a las
decenas de millones de personas que viven en la pobreza si tuvieran
acceso a un puesto de trabajo. En la economía actual, esas personas
no pueden encontrar empleo, o por lo menos no pueden encontrar un
puesto de jornada completa que les ofrezca nada remotamente parecido
a un salario para poder vivir.
El
motivo por el que muchas de esas personas no pueden encontrar empleo
es la pésima gestión económica de personas que se llaman nada
menos que Robert Rubin, Alan Greenspan y Ben Bernanke. Estos pensaron
que las burbujas que habían impulsado la economía en las dos
últimas décadas, la burbuja de la bolsa en los años ochenta y la
de la vivienda en el último decenio, estaban muy bien. Por alguna
razón, pensaron o que las burbujas no iban a estallar o que sería
fácil arreglar las cosas cuando estallaran. En el caso de Robert
Rubin, se benefició personalmente -con unos beneficios de más de
100 millones de dólares- de la burbuja inmobiliaria después de
dejar su cargo de secretario del Tesoro para convertirse en directivo
de Citigroup.
Sin
negar la importancia de tener sólidas redes de protección para
garantizar que las personas puedan sobrevivir a los periodos
difíciles, todavía más importante es tener una economía fuerte
que sea capaz de generar empleo bien remunerado. Por desgracia, en la
agenda política actual no se vislumbra nada que vaya a permitir esa
recuperación del pleno empleo a corto plazo.
Los
dos candidatos presidenciales aseguran que se comprometen a reducir
el déficit como si hubiera un proceso mágico que hace que las
empresas empiecen a contratar trabajadores, cuando ven que las
escuelas están despidiendo a profesores y los contratistas de
defensa están despidiendo a empleados de sus fábricas. En 1996 no
hubo más que unos cuantos políticos que tuvieron la valentía de
alzarse y decir que la reforma de la asistencia social iba a poner en
peligro la seguridad de millones de familias, y ahora hay muy pocos
que estén dispuestos a levantarse y decir que necesitamos más
inversiones públicas para crear empleo y reconstruir la economía.
La
realidad es que el estallido de la burbuja inmobiliaria creó un
enorme vacío de la demanda en la economía. A corto plazo, ese vacío
solo puede llenarlo el Gobierno, nos guste o no. Hasta que consigamos
que la economía se recupere y empiece a crear los millones de
puestos de trabajo que se necesitan, las cifras de la pobreza
seguirán siendo horribles. Por eso, la vía principal para remediar
la pobreza pasa por arreglar la economía.
*Dean
Baker es un macroeconomista estadounidense y cofundador del Center
for Economic and Policy Research /Traducción
de María Luisa Rodríguez Tapia para CEPR
|
Comentários